David Sardinero
Revista GIGANTES

Eva Aresté no es precisamente una recién llegada al mundo del arbitraje. Al contrario. Más de 13 años arbitrando, 6 de ellos en LEB Oro y Liga Femenina Endesa, para esta barcelonesa que ya es una habitual en la Liga Femenina Endesa y en la LEB Oro, labor que compagina con una espléndida carrera profesional en otro mundo nada sencillo: la ingeniería naval.

G: ¿Cómo llegas tú al arbitraje?

Empecé a jugar en el colegio porque era alta y se me daban bien los deportes. De hecho jugué al hockey hasta que me rompí dos costillas y mi madre dijo que hasta ahí. Probé con el baloncesto con mis compañeras de clase y empecé a cambiar de equipos, a la cantera del Barça y llegué a jugar en Nacional con el Santa Coloma. Con 18 años todas mis compañeras se hicieron entrenadoras, se sacaron el título y yo me animé. Pero me dieron un equipo de minibasket y la verdad es que no me veía. Le puse ganas, pero no tenía la suficiente paciencia. En el curso había parte de reglas y ahí empecé a interesarme por el arbitraje. En esa época coincidí con Arnau Padrós, que ahora es árbitro en Liga Endesa, y fue el que me acabó convenciendo. De hecho recuerdo que de pequeña decía que quería ser juez. Y al final en lo laboral me incliné por otra cosa.

G: ¿Y cuánto crees que influye el haber jugado a la hora de arbitrar?

Es un punto a favor, claro. Conoces el juego, puedes empatizar con los jugadores. Entiendes ese momento en el que tú misma cogerías el balón y lo mandarías a tomar por saco (risas).

G: Tu caso personal además es muy interesante. Compaginas el arbitraje con tu carrera profesional, que también es de un nivel altísimo

Sí. Estudié Ingeniería Naval y ahora lo compatibilizo. Es una carrera solicitada a nivel laboral en España y trabajo en una multinacional del sector, haciendo el interior de barcos. Lo compatibilizo como puedo. Cuando cambié de empresa negocié que podía coger días para seguir arbitrando, los días que viajo puedo teletrabajar… Es duro pero soy afortunada en ese sentido.

G: Casi todos los árbitros coincidís en la dificultad para seguir arbitrando y en que en la parte de profesionalización hay mucho camino por recorrer

Si no pudiera compatibilizarlo yo no podría seguir arbitrando, eso lo tengo claro. Es complicado. Y no a cualquiera se lo pueden permitir en sus trabajos. En mi caso no me queda más que dar las gracias a mis jefes. Este año ha sido especialmente duro. Te tocaba pitar en Oviedo y luego en Ourense. Y teletrabajo cuando puedo entre viajes. Es como si me hubiera tocado la lotería, la verdad.

G: Otra pregunta recurrente esta temporada. Pitar sin público

Yo lo echo mucho de menos. Te enteras hasta de las conversaciones de los jugadores del banquillo. Y es que es verdad que no te interesan. En estos casos, cuanto menos oyes es mejor. Es como arbitrar un entrenamiento. Parece amistoso. Es una sensación rara que esperemos acabe para siempre.

G: Dices que escuchas más de lo que te gustaría. ¿Se adapta el arbitraje a eso?

Antes el proceso normal era mediar, después avisar y después sancionar. Ahora casi hay que intentar mediar dos veces. Hacer un trabajo psicológico para adaptarte a nuevas situaciones. Igual que te has adaptado a bajar a la calle con mascarilla, aquí hay que acostumbrarse a escuchar más cosas.

G: Formas parte de una de las primeras generaciones de árbitras con presencia habitual en LEB Oro y LF Endesa. Entiendo que todos estos hitos ya están superado, como aquella polémica con el presidente de Palma, pero fuisteis pioneras y tuvisteis momentos delicados

Lo único que quiero es que en el futuro, las que vengan, que se encuentren una normalidad. Que no las cueste nada, que no las vean diferentes. Hemos sido pioneras, sí. Pero antes ha habido también. Anna Cardús, Pilar Landeira… eso sí que tuvo que ser complicado. Nosotras hemos sido afortunada, hemos tenido una equidad que ellas no tenían en ese momento. En realidad no hemos sido tan pioneras. Solo queremos normalidad y que se nos valore por nuestro trabajo. ¿Insultos? Sí, como a cualquier árbitro. Pero en mi trabajo también estoy acostumbrada porque hay muy pocas mujeres. Sociológicamente es más difícil encontrar una ingeniera naval que una árbitra.

G: Y hablando de referentes, tú cuando empiezas, ¿te fijas en árbitros o en árbitras?

Me encanta Lamonica. Me parece un tío genial. Y cuando empecé, tuve la suerte de conseguir pitar con Susana Gómez, que era mi referencia número 1. Era una tía super profesional y después lo he podido corroborar. Lamonica es que controla todo con la mirada.

G: ¿Cambia mucho Eva Areste dentro y fuera de la pista?

No tiene nada que ver. Cuando entro en la cancha yo hago un papel y lo tengo que mantener. No puedo ser como soy yo. A nivel personal, soy ingeniera pero también comercial. Tienes que llegar a la persona. Y en el arbitraje no puedo llegar a eso. Cuando no te conocen, eres la novata y la débil. Y tienes que marcar una distancia que por suerte se ha ido reduciendo mucho, pero sí que es cierto que arbitrando no soy 100% yo.

G: Y para acabar. Si te dejaran potestad para editar o modificar solo una, ¿qué norma cambiarías?

Las antideportivas. Pondría otro tipo de criterio. Más pautado. A veces, viendo un partido por la TV, sabes si va a ser antideportiva o no sin saber de qué liga es. Creo que hay un cierto descontrol. Debería estar más unificado. Y el tema del paso 0 me parece muy interesante, positivo, y que está haciendo que la anotación se eleve.