Varias reflexiones sobre la final del Europeo U16 Femenino. La primera, el extraordinario ambiente vivido durante los partidos e los que ha jugado Portugal consiguiendo esa afición llevar en volandas a sus jugadoras hasta la medalla de Plata. El hecho de que los finalistas fueran República Checa y Portugal, dejando fuera selecciones como la nuestra o Francia, o Hungría, potentísima generación, o Italia, una de las favoritas también o Rusia, eliminada por España en cuartos, deja bien clara la igualdad y por lo tanto dificultad para conseguir medalla en unos campeonatos cada vez más abiertos y con selecciones emergentes que han aumentado el nivel medio.

Otra reflexión es la posibilidad de ver árbitros españoles en finales, un hecho que si no se repite más es producto del éxito de nuestras selecciones, habituales e los partidos donde se deciden medallas. Esta vez Luis Miguel Castillo tuvo el privilegio de arbitrar una final ante cuatro mil quinientos espectadores, mostrando como es habitual el gran nivel del arbitraje español.

El colegiado murciano, internacional desde febrero y que participaba en su primera campeonato continental, estuvo acompañado desde la mesa de anotadores por Fernando Garzón, que ejerció de Comisario.